Desde hace más de 92 años en el ámbito de la radio y 61 años en el
terreno de la comunicación se conservaron mayoritariamente en México los
modeolos de comunicación monopólicos, concen-tradores, autoritarios,
discrecionales, unilaterales, anti ciudadanos, anticompetitivos, sin
derecho de réplica, etc. que caracterizaron el funcionamiento de la
radiodifusión nacional durante muchas décadas. Dicho prototipo
comunicativo-cultural contribuyó de manera sustancial a crear una
decadencia mental, psíquica, ideológica y espiritual que afectó
medularmente la evolución de la sociedad mexicana, especialmente en el
ámbito de la formación de una cultura política participativa; y
obstaculizó el desarrollo equilibrado, justo y virtuoso de la misma.
No obstante dicha preocupante herencia y la fuerte necesidad de cambio de la misma, a principios de la segunda década del siglo XXI, se continua sosteniendo dicha realidad de forma maquillada por el Estado alimentando para las próximas décadas la existencia de más cultura salvaje, con su respectivo triunfo de la cultura idiota; y no la creación de una cultura y comunicación sustentables que nos permitan sobrevivir armónicamente en la nación. Así, el tercer milenio mexicano volvió a nacer con el viejo espíritu opaco, discrecional, cerrado, vertical, viciado y déspota que distinguió al antiguo modelo de comunicación-mercado que dominó durante el siglo XX en México.
Dentro de este marco histórico las leyes federales de Radio y Televisión y de Telecomunicaciones, han sido el marco jurídico operativo que contribuyó a conservar fundamentalmente dicho viejo status quo de la comunicación en el país. Así, por una parte, tales recursos han sido los instrumentos normativos que han determinado las modalidades como se edifica la conciencia, la democracia, y el espíritu colectivo del país en el presente y futuro; y por otra, han influido medularmente sobre el proceso cotidiano de cimentación y de construcción psíco-emocional de las comunidades.
Es por ello, que ante esta gran anacronismo y vacío jurídico que existe en la materia es una obligación prioritaria que el nuevo gobierno legisle en la materia y reorganice equilibradamente las relaciones comunicativas que existen entre el Estado, la sociedad y los medios de difusión colectivos, siendo que es un compromiso que aún tiene pendiente de cumplir con la comunidad mexicana desde hace muchos años décadas. Sin embargo los actuales precandidatos y candidatos a la presidencia de la Republica para el periodo 2012-2018, en su fase de precampañas y campañas han tocado vagamente algunos aspectos de la agenda nacional como son la economía, la política, la educación, el empleo, la seguridad, la salud, la reforma del Estado, la migración, las relaciones internacionales, etc., pero en ningún caso han abordado esta antigua demanda comunicativa estratégica para el crecimiento de la sociedad mexicana desde hace muchos años.
No obstante dicha preocupante herencia y la fuerte necesidad de cambio de la misma, a principios de la segunda década del siglo XXI, se continua sosteniendo dicha realidad de forma maquillada por el Estado alimentando para las próximas décadas la existencia de más cultura salvaje, con su respectivo triunfo de la cultura idiota; y no la creación de una cultura y comunicación sustentables que nos permitan sobrevivir armónicamente en la nación. Así, el tercer milenio mexicano volvió a nacer con el viejo espíritu opaco, discrecional, cerrado, vertical, viciado y déspota que distinguió al antiguo modelo de comunicación-mercado que dominó durante el siglo XX en México.
Dentro de este marco histórico las leyes federales de Radio y Televisión y de Telecomunicaciones, han sido el marco jurídico operativo que contribuyó a conservar fundamentalmente dicho viejo status quo de la comunicación en el país. Así, por una parte, tales recursos han sido los instrumentos normativos que han determinado las modalidades como se edifica la conciencia, la democracia, y el espíritu colectivo del país en el presente y futuro; y por otra, han influido medularmente sobre el proceso cotidiano de cimentación y de construcción psíco-emocional de las comunidades.
Es por ello, que ante esta gran anacronismo y vacío jurídico que existe en la materia es una obligación prioritaria que el nuevo gobierno legisle en la materia y reorganice equilibradamente las relaciones comunicativas que existen entre el Estado, la sociedad y los medios de difusión colectivos, siendo que es un compromiso que aún tiene pendiente de cumplir con la comunidad mexicana desde hace muchos años décadas. Sin embargo los actuales precandidatos y candidatos a la presidencia de la Republica para el periodo 2012-2018, en su fase de precampañas y campañas han tocado vagamente algunos aspectos de la agenda nacional como son la economía, la política, la educación, el empleo, la seguridad, la salud, la reforma del Estado, la migración, las relaciones internacionales, etc., pero en ningún caso han abordado esta antigua demanda comunicativa estratégica para el crecimiento de la sociedad mexicana desde hace muchos años.
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