Dinguactiva: Con tantas fantasías históricas, eróticas y políticas que se están haciendo tipo Los Tudor y Los Borgia ya se me había olvidado lo que era disfrutar de una verdadera producción de época.
Lo digo por Downton Abbey, que no solo es una obra maestra indiscutible, es una de las mejores series que se han hecho en la historia de los medios, una obligación para los amantes de la televisión y del espectáculo, una aventura indispensable para todo aquel que tenga un poco de sensibilidad.
Gracias, Once Tv México por traernos este título a la televisión abierta nacional, por sacarlo de los cables y de las antenas directas al hogar, por regalárnoslo.
Aquí es cuando uno recupera la esperanza en los medios públicos. ¡Gracias!
Downton Abbey es una serie inglesa que narra lo que sucede en una residencia de aquel país a partir de 1912. Solo que no estamos hablando de una mansión cualquiera, se trata de una construcción con un profundo valor simbólico. Ahí vive gente rica, muy rica, y gente pobre, muy pobre. Y es impresionante la manera como todos se relacionan y de cómo, ricos y pobres, comparten los mismos conflictos, las mismas angustias. Es, para acabar pronto, como el Titanic, pero en casa. De hecho, el punto de partida de esta historia es ése, el hundimiento de aquel famoso transatlántico.
Downton Abbey nos permite ver el otro lado de la historia, lo que pasó, en tierra, cuando se hundió el Titanic, las reacciones de la gente, el impacto económico, social. Si a los ojos de los hombres y las mujeres del siglo XXI el Titanic era excesivo e insostenible, la residencia que le sirve de eje a esta historia les va a resultar igual o peor. No hay manera de que aquello no se desplome, de que aquel estilo de vida no se acabe. Y es impresionante ver a pobres y a ricos luchando por impedirlo, en aquella incertidumbre, condenados a comenzar una nueva era que tal vez soñaron, pero para la que no se prepararon jamás. Si todo esto que le acabo de decir suena fuerte, imagíneselo en británico, con toda aquella frialdad que en lugar de alejar las emociones, las intensifica. Ahora visualícelo con unas actuaciones perfectamente bien estudiadas, donde cada respiración, cada mirada, obedece a una intención, a una idea.
Downton Abbey es, para la televisión de 2013, lo que el clásico Los de arriba y los de abajo fue para la comunicación de la década de los 70, un antes y un después en términos de espectáculo, de literatura, de producción. Cualquier cosa que usted entienda por derroche es poco en comparación con el lujo que hay detrás de este concepto. La casa es increíble, pero cada cuadro, cada alfombra, cada adorno, dice algo y ni hablemos de la ropa, de los accesorios o de la música porque no vamos a acabar jamás. Cuando algo es perfecto, no hay nada más qué hacer que entregarse a su belleza y Downton Abbey es perfecta, la serie perfecta para este mundo y para este país. ¿Cómo es posible que un proyecto que trata sobre algo tan lejano sea perfecta para este momento histórico y para esta nación latinoamericana? Ahí está su magia.
Lo que se plantea en cada uno de los capítulos de esta emisión es justo lo que la humanidad está viviendo en este instante. La historia se repite con más intensidad, con más dolor, sí, pero también con más esperanza. Y hay algo en ella que me parte el alma: el conflicto del ascenso social. Los personajes de Downton Abbey sufren porque no pueden ser más de lo que son, porque no tienen opciones para crecer, para llegar a la cima pero, en cambio, tienen mil y un caminos para retroceder, para acabar peor. ¿No es ése el gran conflicto del México de hoy? ¿A cuántas personas pobres conoce usted en este país que se puedan convertir en millonarias decentemente? ¿A cuántos ricos conoce usted que puedan sostener su fortuna sin establecer alianzas que traicionen su moral? México es Downton Abbey. ¿Qué personaje es usted? ¿La sirvienta que estudió a escondidas para secretaria a sabiendas de que jamás va a dejar de ser sirvienta? ¿El cojo que vive inconforme con su situación pero que no puede hacer nada para remediarla por un problema de recursos? ¿El homosexual que de tanto ser utilizado se ha convertido en un monstruo de rencor y amargura? ¿La niña rica que es capaz de venderse al mejor postor con tal de conservar su estatus? ¿O la mujer madura que no entiende nada de tecnología y que preferiría vivir en un eterno pasado?
Acépteme un consejo y luche con todas sus fuerzas por ver Downton Abbey por Once Tv México. La cita es hoy a las 22:30 horas y si visita el micrositio que ese canal ha diseñado en internet, pues mejor. La va a disfrutar todavía más porque como esta serie no viene de alguna de las casas productoras que dominan el mercado, va a pasar mucho tiempo para que la tengamos a la venta en nuestra región en DVD.Tomado de http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9169863, de Álvaro Cueva
Downton Abbey es una serie inglesa que narra lo que sucede en una residencia de aquel país a partir de 1912. Solo que no estamos hablando de una mansión cualquiera, se trata de una construcción con un profundo valor simbólico. Ahí vive gente rica, muy rica, y gente pobre, muy pobre. Y es impresionante la manera como todos se relacionan y de cómo, ricos y pobres, comparten los mismos conflictos, las mismas angustias. Es, para acabar pronto, como el Titanic, pero en casa. De hecho, el punto de partida de esta historia es ése, el hundimiento de aquel famoso transatlántico.
Downton Abbey nos permite ver el otro lado de la historia, lo que pasó, en tierra, cuando se hundió el Titanic, las reacciones de la gente, el impacto económico, social. Si a los ojos de los hombres y las mujeres del siglo XXI el Titanic era excesivo e insostenible, la residencia que le sirve de eje a esta historia les va a resultar igual o peor. No hay manera de que aquello no se desplome, de que aquel estilo de vida no se acabe. Y es impresionante ver a pobres y a ricos luchando por impedirlo, en aquella incertidumbre, condenados a comenzar una nueva era que tal vez soñaron, pero para la que no se prepararon jamás. Si todo esto que le acabo de decir suena fuerte, imagíneselo en británico, con toda aquella frialdad que en lugar de alejar las emociones, las intensifica. Ahora visualícelo con unas actuaciones perfectamente bien estudiadas, donde cada respiración, cada mirada, obedece a una intención, a una idea.
Downton Abbey es, para la televisión de 2013, lo que el clásico Los de arriba y los de abajo fue para la comunicación de la década de los 70, un antes y un después en términos de espectáculo, de literatura, de producción. Cualquier cosa que usted entienda por derroche es poco en comparación con el lujo que hay detrás de este concepto. La casa es increíble, pero cada cuadro, cada alfombra, cada adorno, dice algo y ni hablemos de la ropa, de los accesorios o de la música porque no vamos a acabar jamás. Cuando algo es perfecto, no hay nada más qué hacer que entregarse a su belleza y Downton Abbey es perfecta, la serie perfecta para este mundo y para este país. ¿Cómo es posible que un proyecto que trata sobre algo tan lejano sea perfecta para este momento histórico y para esta nación latinoamericana? Ahí está su magia.
Lo que se plantea en cada uno de los capítulos de esta emisión es justo lo que la humanidad está viviendo en este instante. La historia se repite con más intensidad, con más dolor, sí, pero también con más esperanza. Y hay algo en ella que me parte el alma: el conflicto del ascenso social. Los personajes de Downton Abbey sufren porque no pueden ser más de lo que son, porque no tienen opciones para crecer, para llegar a la cima pero, en cambio, tienen mil y un caminos para retroceder, para acabar peor. ¿No es ése el gran conflicto del México de hoy? ¿A cuántas personas pobres conoce usted en este país que se puedan convertir en millonarias decentemente? ¿A cuántos ricos conoce usted que puedan sostener su fortuna sin establecer alianzas que traicionen su moral? México es Downton Abbey. ¿Qué personaje es usted? ¿La sirvienta que estudió a escondidas para secretaria a sabiendas de que jamás va a dejar de ser sirvienta? ¿El cojo que vive inconforme con su situación pero que no puede hacer nada para remediarla por un problema de recursos? ¿El homosexual que de tanto ser utilizado se ha convertido en un monstruo de rencor y amargura? ¿La niña rica que es capaz de venderse al mejor postor con tal de conservar su estatus? ¿O la mujer madura que no entiende nada de tecnología y que preferiría vivir en un eterno pasado?
Acépteme un consejo y luche con todas sus fuerzas por ver Downton Abbey por Once Tv México. La cita es hoy a las 22:30 horas y si visita el micrositio que ese canal ha diseñado en internet, pues mejor. La va a disfrutar todavía más porque como esta serie no viene de alguna de las casas productoras que dominan el mercado, va a pasar mucho tiempo para que la tengamos a la venta en nuestra región en DVD.Tomado de http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9169863, de Álvaro Cueva
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