La triste historia de la cándida televisión y una sociedad desalmada (incluye medios privados).


 

Dinguactiva: Apunta Álvaro Cueva en su artículo publicado en la Revista Telemundo:
Tengo sentimientos encontrados con los nombramientos de los nuevos directores de los canales 11 y 22.
¿Por qué? Porque estoy convencido de que muchas otras personas hubieran estado mejor en esas posiciones pero, al mismo tiempo, la culpa no es de ellos.
A nadie le llegan con un puesto de semejante naturaleza que diga que no por todo lo que implica a nivel político, económico, y porque, finalmente, la responsabilidad es nuestra que, al votar, le entregamos este tipo de decisiones al gobernante en turno.
Lo que va a pasar es muy obvio: durante todo este año, los primeros 12 meses de la nueva administración, vamos a ver puras cosas que se firmaron o que se programaron desde los tiempos del viejo gobierno.
Al mismo tiempo, rodarán las cabezas de gente buena que se quedará sin trabajo y que, por la más elemental necesidad, terminará colaborando donde sea e, incluso, traicionando sus ideales.
Poco a poco comenzarán a llegar los amigos, los aliados, los recomendados y los compromisos de los nuevos directores, de sus jefes.
Y pues, todos a aprender, a enterarse de qué trata, de cómo funcionan los canales, de qué es eso de las señales digitales, de la alta definición, de los presupuestos, la internet y las producciones.
Después de un año empezaremos a ver las primeras propuestas de María Enriqueta Cabrera Cuarón en Once TV México y las de Raúl Cremoux en Conaculta Canal 22.
Obviamente llegarán con todo el sabor de la inexperiencia e incluirán un montón de tonterías como cambiarle el nombre a los canales e inventar figuras de autoridad dizque para regular las cosas.
Todo sea para manifestar su poder, para que nos quede claro quién manda, para despistar al enemigo.
Tomado de canal100.com.mx

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