Tomado de canal100.com.mx / Por Álvaro Cueva /
Dinguactiva: La cabeza me da vueltas. ¿Por qué? Por la reforma en materia de telecomunicaciones.
¿Cuántas veces no hemos escuchado las misma promesas? ¿Cuántas veces no hemos visto las mismas ceremonias? ¿Cuántas veces, después de tanto soñar, no nos hemos decepcionado?
¿Se acuerda usted de cómo empezó la historia de la televisión mexicana, la de los canales, la de los programas que millones de personas vemos todos los días?
Primero fue un canal privado, luego otro, otros, y salvo honrosas excepciones, como la de Canal 11 que se negó a mudarse a Chapultepec, todo terminaron fusionados en una sola empresa.
Obviamente aquello se volvió superpoderoso, nacieron Televisión Independiente de México (TIM) y el primer Canal 13, y mucha gente se emocionó ante la posibilidad de la competencia.
¿Y qué pasó?
Que TIM se fusionó con su competencia para crear Televisa, y Canal 13 quebró y terminó por convertirse en un canal del estado.
Televisa se volvió tan poderosa o más que lo que había antes y el Canal 13 jamás le hizo sombra, no seducía a las multitudes, no sabía cómo, ni siquiera tenía una razón de ser.
Hubo muchas cosas, pero luego vino Imevisión, cuya época de oro todavía se recuerda con entusiasmo, pero que ni remotamente gozó del impacto de Televisa.
El caso es que Imevisión se privatizó y se convirtió en Televisión Azteca
que, después de haber ilusionado al pueblo de México ante la posibilidad de meterle un susto a Televisa, terminó aliándose con ella en terrenos como la telefonía celular.
Hoy nos dicen que va a haber otras dos cadenas nacionales privadas y una pública, y muchas cosas muy buenas pero, ¿será cierto? ¿Durante cuánto tiempo?
Me declaro pesimista ante el tema de la reforma de telecomunicaciones pero no porque la considere mala, porque crea que es algo que no se deba hacer o porque tenga algo a favor o en contra de alguna autoridad o de alguna empresa.
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