Por José Antonio Fernández / Tomado de canal100.com.mx
Estudiar casos reales de emprendedores, empresas, instituciones y hasta gobiernos con el famoso Método del Caso, enriquece por igual a derrotistas que a triunfalistas, a pesimistas que optimistas, a quienes gustan de ver la paja en el ojo ajeno y a los más timoratos que se victimizan a las primeras de cambio para evitar verse en el espejo y tener que confesar sus comportamientos abyectos.
El Método del Caso, con el que trabajan a diario en escuelas y universidades de todo el mundo dedicadas a ofrecer diplomados y maestrías en Alta Dirección, es luminoso por múltiples razones. Apunto aquí cuatro que por sí mismas se constituyen en faros que alumbran el camino:
Primero: el Método del Caso permite ver que cada momento de éxito, problema o crisis puede observarse de maneras muy distintas, todo depende de quién observe y dé el diagnóstico.
-Sobre cada éxito, crisis o conflicto hay siempre multiplicidad de puntos de vista, lo que no quiere decir que todos estén en lo correcto. Eso sería entrar a un relativismo absoluto, lo que es contrario a la propia teoría de la relatividad.
Segundo: para que funcione, el Método del Caso se lleva a cabo en salones de clase a los que deben asistir al menos unos 70 u 80 alumnos. Cuando el profesor o conferencista expone el caso (una regla básica es que todos los casos sean reales y deban ser leídos con anterioridad), los alumnos deben expresar sus puntos de vista para que se dé una dinámica de trabajo colectivo, lo que rompe de forma natural con el ¡Yo-Yo-Yo!
Primero fue la lectura previa, luego la exposición descriptiva del caso, después el diagnóstico de los alumnos y hasta el final la opinión.
-Deja claro el Método del Caso que primero hay que informarse y después tratar de entender de lo que se trata, para luego dar una opinión. El método abre el camino para que la opinión sea más sólida.
-No opinar antes de informarse y de tener un diágnostico -de pensar sobre el caso-, resulta elemental.
-Si lo aplicamos a la industria del cine, quiere decir que primero hay que ver una película para después opinar sobre ella.
Tercero: una vez que los alumnos conocen el caso y dan su opinión, deben hacer un segundo esfuerzo para intentar ofrecer una solución al caso o decir qué harían ante tal o cual circunstancia.
-Ya no es sólo dar la opinión así nomás al aire, sino comprometerse con la opinión.
Entonces sucede que en el salón de clases disminuyen las opiniones con propuestas-concretas y las que se ofrecen suelen ser distintas entre sí y hasta radicalmente opuestas.
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